lunes, 12 de marzo de 2018

Merlí: profesor escandaloso, filósofo despierto

Durante los últimos tiempos, ha aparecido una nueva serie que desde España está cautivando: Merlí.
Se trata, como muchos ya sabemos, de un profesor fuera de lo común, que se vuelve profesor de su propio hijo en la preparatoria, es amistoso con los alumnos y poco dado a los convencionalismos.
Sin embargo, quizás muchos espectadores argentinos de la serie olvidan o ignoran que no es la única serie filosófica que alguna vez se ha escrito: hasta el 2015 en Canal Encuentro se transmitían Mentira la verdad, programa producido y escrito por Darío Sztajnszrajber, y Filosofía aquí y ahora, por José Pablo Feinmann. programas ambos que se dedicaban y estaban dedicados a la difusión de la filosofía. ¿Qué trae como novedad la nueva serie de Netfflix? En Mentira la verdad, su protagonista, Darío Sztajnszrajber, introduce a su audiencia en temas y problemas clásicos de la filosofía a través de dramas teatrales, en los que participa acompañado de otros actores, gente desconocida; en Filosofía aquí y ahora, por otro lado, Feinmann explica un poco de la historia de la filosofía y se vale para ello, diferentemente del anterior, de explicaciones que son acompañadas por videos, frases e imágenes que configuran todo un documental. El caso de Merlí es muy distinto a los dos anteriores: Merlí, el profesor y protagonista de la serie omónima, no se dedica únicamente a explicar un tema, ni las actuaciones que protagoniza son incidentales; es un personaje más de entre otros, con los que se relaciona especialmente, como lo haría un profesor (¿) en la vida real, en un instituto de bachillerato español. Los capítulos forman parte de un auténtico drama de comedia, que suelen comenzar con Merlí presentando y explicando a un filósofo en particular-Sócrates, Platón, etc.-, introduciendo tanto a la audiencia como a los estudiantes, en sus teorías e ideas propias, explicaciones que continúan a lo largo del episodio, mientras la vida cotidiana de estudiantes, docentes y padres de familia transcurre sin pausa.
Como en la "vida real": chicos y chicas que se conocen, discuten y se meten en problemas, de los cuales, a veces, el mismo protagonista participa, en las clases y en los recreos, en las aulas, en el patio y en la sala de profesores, por ejemplo, y también en las casas de los estudiantes y del protagonista. Pero eso no es todo: como en toda buena serie televisiva, en la cual los personajes forman parte de una trama que crea sus propias reglas y su propio campo de verosimilitud, las cosas no son nunca tan simples; Merlí no es una persona "políticamente correcta", está separado, vive con su madre y su hijo adolescente, el cual es gay, en sus clases tomar apuntes es lo de menos, y profesores y estudiantes en todo el instituto o no le tienen confianza o piensan que es arrogante y raro. En verdad, la serie misma se encarga de sacar a relucir todos aquellos aspectos molestos de la gente, y el profesor Merlí no pierde la ocasión de tener una cita con la profesora de inglés a plena luz del día, o en recibir quejas y críticas muy duras de sus colegas; ¿y cómo son los demás personajes? por sólo mencionar algunos, podemos anotar: están Iván, un chico que padece agorafobia; Pol, conocido por haber repetido dos cursos; Joan, con un padre abogado conservador y exijente; Mónica, una chica atractiva e inteligente que pronto se hace famosa por un video porno que circula en el colegio; Berta, una chica conocida por ser rápida con sus citas; o, por si la lista anterior no vasta, Bruno, el hijo del protagonista, que oculta a todo el mundo que es gay, y que no soporta a su propio padre.
Una consideración aparte merece el modo particular de Merlí de dar clases: para hablar de los peripatéticos, lleva el primer día a los chicos a dar un paseo por el colegio, hasta llegar a la cocina, excuzándose de ello diciendo que los ha llevado allí porque cree que "el cerebro es como la cocina del ser humano"; cuando habla de Sócrates, efectivamente llega a decir que los prejuicios y valores tradicionales de la familia, que siguen manteniendo los padres de los alumnos pueden irse a la mierda; y cuando se dedica a Schopenhauer, no duda en llamarle la atención a una alumna que se dedicaba a pintar su banco durante las clases, diciéndole que tomar apuntes así es sucio, "como follar con tu nobio teniendo el gato en la cama", y cosas semejantes.
¿Se cumple entonces el deseo de Nemrod Carrasco, profesor asesor en la escritura del guion de la serie? Dice él en una entrevista: "La serie pretende rescatar esa dimensión mágica que tiene la palabra Merlí y contraponerla a esta cara más burocrática del paradigma educativo"; ¿se contrapone, entonces, Merlí a "esta cara más burocrática" del paradigma educativo vijente en España y en el resto del mundo académico occidental?
Sí y no; sí, porque el protagonista es alguien fuera de lo común, que falsea todos los convencionalismos del modelo de profesor de filosofía; y no, porque sus clases no dejan de ser, en rigor, tan académicas como lo son las que, en realidad, tienen lugar en cualquier centro de estudios superior en el mundo. Incluso hemos de afirmar que los contenidos son insuficientes, aún si se trata simplemente de alcanzar algunas ideas básicas a una audiencia multifacética y formada en su mayor parte por jóvenes y adultos que o bien ejercen alguna profesión como la de ser docente de alguna asignatura en un colegio o universidad, o bien asisten como estudiantes a alguno de dichos centros. Por sólo dar un ejemplo, Merlí atribuye, en el episodio dedicado a Maquiavelo, la frase "el fin justifica los medios" al florentino, siendo que se trata de una frase apócrifa; durante el mismo incluso llega a decir que el italiano justifica el mal de los políticos, porque es con el uso del mal como mucha gente poderosa consigue lo que quiere, mintiendo y haciendo maldades, cosa que no es del todo falsa, pero que reduce el pensamiento maquiaveliano a un despotismo desmedido, y no considera que, por ejemplo, el florentino indica al príncipe que debe ser temido y no amado ni odiado, o que es mejor para él, siempre que pueda tener de su lado al pueblo y no a los grandes, si tiene que elegir en un momento apremiante.
Empero, la serie cuenta con una ventaja, y se trata de algo que, al menos hasta aora, no se había visto en este tipo de programas: no sólo se muestra la realidad cotidiana de los personajes de un modo desenfadado y sincero; la intención de la serie, así nos lo ha parecido, es y sigue siéndolo, interesar al público en la filosofía, mostrando su influencia no tanto en la historia occidental como en nuestras propias vidas, salvándola del conocido prejuicio de que se trata de algo inútil, y así por ejemplo Merlí llega, incluso, a cumplir las funciones de padre, psicólogo o consejero de pareja de sus estudiantes, que en la mayoría de los casos sienten que sus vidas no tienen sentido o que estudiar en la escuela carece de sentido; entonces aparece Merlí, y como si de un mago se tratara, abre puertas y caminos a sus dudas y problemas; su ironía y franqueza desmedidas joden la paciencia de sus alumnos y de su hijo en más de una ocasión, pero también les hace reflexionar y enfrentarse a sus problemas. Paradigmático (¿) es el episodio dedicado a Guy Deborn, donde el mismo Merlí le dice a Mónica que deje de esconderse y enfrente su situación; el que había mandado el video a los demás dentro del instituto termina por confesar, y todos demuestran el ridículo del problema quedando en ropa interior en plena clase del protagonista.
Todo verosímil desafía, en fin, lo verdadero; y mientras en la "vida real" parecería cumplirse el famoso principio enunciado por Todorov de que lo verosímil no es verdadero y lo verdadero no es verosímil, al interior de la serie se establece otro diferente: la filosofía ya no busca descubrir la verdad -por lo menos no la Verdad con mayúscula-, sino la verosimilitut, y así lo que es verdad en la vida cotidiana "real" e inverosímil en el imaginario de la ficción, se torna una verdad entre otras, transformándose en una doble verdad que es tanto verdadera como verosímil. Gracias a que la hipótesis original de la serie funda el filosofar en la búsqueda de la verdad dentro de un campo propio de verosimilitud, en vez de buscarla o bien en el mundo o bien entre los sujetos, se vuelve posible, deseable incluso, que la filosofía se aplique al mundo cotidiano de los personajes con una facilidad que no suele encontrarse en la vida cotidiana de los seres humanos reales y existentes. El problema es: ¿es igual de posible y deseable esa misma estrategia del filosofar en nuestro mundo inmediato y real, más allá del mundo verosímil de la propia serie? Posible no, porque no parece probable la aparición en nuestro mundo de una pracsis y una metodología pedagógico-filosóficas de alguien como Merlí; ni siquiera deseable, puesto que la extravagancia del mismo protagonista no es aceptable en el campo de sentido de un colegio secundario o de preparatoria común y corriente. Hasta que el propio Merlí aparezca por primera vez en la vida cotidiana de los alumnos y profesores del instituto, casi nadie cree posible ni considera deseable conocer ni compartir la actividad de alguien tan extrambótico como él; se trata, en todo caso, de una construcción original de un personaje auténtico que irrumpe en y sacude la vida de los demás, dentro de una cosmovisión reducida de lo humano (ejemplo de ello es la completa ausencia del debate político dentro de la serie, considerando que el protagonista enseña filosofía y no ciencias políticas, aún si intenta mostrarles a sus alumnos que la fuente de todo filosofar es política, pero sigue siendo una pasión política ambigua, que se limita a desafiar lo establecido sin criticarlo en todos sus alcances).
¿Qué nos queda a nosotros, los espectadores? No es un simple acercamiento entre otros, sino de una llamada de alarma a todos, jóvenes, adultos, padres, hijos y docentes, a que intentemos y nos atrevamos a ser humildes, a relacionarnos verdaderamente con los demás y a decir y enseñar de otra manera las mismas ideas, a mostrar con otro tacto, el particular de los estudiantes adolescentes de una preparatoria española, con la calidez y el realismo de nuestro siglo XXI y en nuestros propios contextos, cosas que se han descuidado mucho hasta ahora y que, quizás por primera vez, se reflejan en una serie de televisión.
Si en Mentira la verdad una supuesta filosofía apolitizada se transmitía a través de su escenificación dramática, y en Filosofía aquí y ahora el disenio documental configuraba y significaba la única estrategia explicativa, prefigurada por una intelectualidad y una teoría política no enunciadas -marxismo, peronismo, kirchnerismo-, en Merlí la novelización desdramatiza y desplaza así el papel del filósofo y de la filosofía del lugar de autoridad que otorga el papel de autor, anclados a la trama y a la narrativa sólo en su encarnación como herramientas del protagonista y no ya como los protagonistas ellos mismos; de modo que ya no son ni el filósofo ni la filosofía los que cumplen el papel principal y encarnan protagonistas de una obra con otros personajes incidentales; ni tampoco es ya la política y la historia los que dan pie a un discurso más o menos coehrente y unívoco; en cambio, con Merlí asistimos a una serie en la cual el protagonista es alguien extrabagante, que conserva los rasgos característicos de una persona de clase media española, con los defectos y virtudes de cualquier profesor de filosofía de carne y hueso, y en la que, además, tanto los espectadores como los alumnos ficticios participamos del proceso de enseñanza-aprendizaje, que devuelve a la filosofía al mundo real y cotidiano, a las calles, a los colegios y centros de estudio medio y superior, e incluso a las discusiones habituales entre compañeros, amigos, colegas y familiares, cumpliendo así -si bien a medias- el sueño socrático de conversar, refutar e incomodar con y entre todos, como lo hiciera el mismo Sócrates en las calles de Atenas.
Asistimos por fin, de una manera inédita y original, no sólo a la renovación de la enseñanza de la filosofía en el nivel medio, sino también y sobre todo, a un nuevo modo de mostrar la actividad filosófica en el mundo, uno que no es reductible a la didáctica, que excede los lineamientos clásicos de cualquier programa televisivo, y que recoloca a la misma filosofía tanto en su lugar clásico como saber primero y preponderante al tiempo que como un saber entre otros; un modo de mostrarla -a la filosofía-, al fin, como un saber auténticamente útil entre todos los demás tipos de conocimiento, aún si su utilidad se reduce, sencillamente, a permitirnos ejercer y organizar, de una forma inteligente y responsable, la duda.
Notas: un fragmento de la entrevista a Nemrod Carrasco puede encontrarse en el suplemento Educación del diario La Capital, accediendo al siguiente enlace: https://www.lacapital.com.ar/educacion/cuanto-mas-muerta-parece-la-filosofia-aparece-merli-y-la-resucita-n1562118.html. De Maquiavelo es muy recomendable la lectura de su famoso libro El Príncipe. Acerca del problema de lo verosímil, véase: AA. VV., Lo verosímil, 1972, especialmente los artículos El efecto de realidad, de R. Barthes, pp.95-101, y Lo verosímil que no se podría evitar, por T. Todorov, pp.175-179. Un libro que examina la utilidad de la filosofía en el currículum escolar en España es Huérfanos de Sofía, por Varios Autores, 2014. útil para la enseñanza de la filosofía en relación a la vida cotidiana, y especialmente al reflejo de la misma en ciertos programas televisivos, es Los Simpson y la filosofía, de Varios Autores, 2001. También es muy recomendable el libro, de reciente aparición, Juego de tronos y la filosofía, de William Irwin y Henry Jacoby, traducido por Rosa Sanz, 2012.

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