sábado, 19 de mayo de 2018

¿Por qué Santiago Cúneo?: el periodismo y la política resignificados

Un hecho significativo sacude hoy los medios nacionales: la desvinculación del periodista peronista Santiago Cúneo de Crónica TV, Canal 4. Abre un nuevo espacio de comunicación, www.canal22web.com.
No es algo nuevo: ya durante el transcurso del año anterior se conoció un acontecimiento similar, el despido de Roberto Navarro de C5N. Habían despedido también a Víctor Hugo Morales, y a otros integrantes de dicho medio a lo largo de aquel año, pero el mismo fue reincorporado recientemente al canal.
Entonces cabe preguntarse: ¿por qué, ahora, precisamente, el gobierno va detrás de Cúneo? Un periodista más entre tantos de la oposición, mal hablado, ignorante, que según algunos necesita ayuda psiquiátrica o, mejor aún, internación psiquiátrica, inmediata y forzada. Un hombre cuyas características periodísticas, comunicacionales, lo convertían en alguien aparentemente vulgar, irrelevante, que no era mencionado ni siquiera por los miembros de la intelectualidad nacional -Jorge Asís, Eduardo Feinmann, Titaz, etc.-, tan mal conocido y funcional a los intereses del kirchnerismo, en paralelo con otro personaje igualmente mal conocido y difamado, funcional, en cambio, a los intereses del macrimo: Jorge Lanata. Un miembro de Clarín, mal hablado también, que no hace mucho dejó de mostrarse en la televisión, pero que pronto volverá a aparecer, un hombre singular, machista, estafador, mentiroso, falto de datos y argumentos válidos, un personaje con todas las letras para servir de vocero del oficialismo, anteriormente opositor, del cual muchos dicen que recibió, por cargarse mediáticamente a la expresidenta, un departamento en Nueva York, valuado en unos diez millones de dólares.
¿Qué hace de Cúneo, entonces, algo distinto? Obviamente, sus intereses y maneras tan disímiles de pensar, no digamos de expresarse. Lanata defiende los intereses oficialistas de un gobierno de derecha, mientras Cúneo dice defender al pueblo argentino, contra el "virrey" Mauricio Macri. Ambos recibieron sendos premios Martín Fierro, ambos poseen una lengua imposible de mantener bajo control, del lenguaje políticamente correcto, democrático, de los medios. Pero Cúneo dispone de datos y de argumentos válidos, a diferencia de su Alter-Ego.
Se trató siempre, ante todo, de un periodista comprometido, con la información que llegaba a sus manos, con los de sus compañeros y compañeras peronistas, incluso debatió amigablemente con las izquierdas del momento. Sus convicciones son firmes, sus ideas, sencillas: la patria, el pueblo, la clase trabajadora, la libertad de expresión, decir "lo que se le canten las pelotas". Simplemente es alguien que no tolera que quienes ocupan hoy la casa presidencial hagan a su antojo lo que quieran, dispuesto a debatir y a tolerar las propuestas democráticas y serias de los demás, pero intolerante a las maldades, crueldades y perversidades de Cambiemos. Que no tiene miedo de denunciar, siempre que pueda, los atropellos a los derechos básicos que Macri prometió mantener, pero que violó poco después de asumir el gobierno en diciembre de 2015; un gobierno que, entre tantas otras cosas, reendeudó al país, provocó el achicamiento del empleo público y privado, degradó las funciones y competencias del poder ejecutivo, amplió sus facultades y absorbió así el resto de las de los demás poderes, persiguió y persigue opositores, algunos de los cuales consiguió detener, procesar y hasta encarcelar sin juicio justo, trajo al país de invitados al anterior rey de España, a la reina de Gran Bretaña, se sacó varias fotos con Trump, abrió el mercado interno a las importaciones desmedidas, aumentó la inflación, generó más de un millón de nuevos pobres, catapultó la caída y cierre de fábricas y comercios, empresas pequeñas y medianas, colocó dinero de ANSES en una offshore de Arabia Saudí, y por si lo anterior fuera poco, ahora pide auxilio al FMI. Y eso no es todo: es quien entrega, secretamente, la soberanía de las Islas Malvinas a los intereses británicos, hace desaparecer militantes sociales y manda a una muerte casi segura a cuarenta y cuatro submarinistas en el Ara San Juan, intenta ocultar que había mandado al submarino a hacer misiones de espionaje y, aparte, intenta hacer cerrar o vender grupos de medios disidentes, como INDALO, algo curiosamente parecido a lo que hicieron los miembros de la cúpula militar durante la última dictadura al forzar a los dueños de Papel Prensa a vender su compañía.
Es una pena, en verdad, que Cúneo desaparezca de los medios masivos, pero es una fortuna también que aparezca en el mundo de los casi igualmente tan masivos medios digitales. El poder circula, Foucault lo sabía, y aunque el gobierno intente imponer el terror y el horror generalizados, como lo intentaron los autoritarismos latinoamericanos en los años 70 y 80, o como lo consiguieron los totalitarismos de los años 30, 40 y 50 del pasado siglo -el nazismo, el stalinismo o el franquismo-, para los cuales la oposición política no era peligrosa sólo por pensar diferente, sino especialmente por ser el último freno al terror total, Cúneo hace patente su fracaso. También para Cambiemos, como para los nazis, la AAA y Videla, el enemigo político no presenta una simple amenaza ideológica por sus ideas reales, sino que lo definen por sus tendencias a oponerse a lo que, según los oficialistas, es "el único camino posible", y por eso a cualquiera que exprese su descontento respecto a sus decisiones gubernamentales, se lo persigue y calumnia tildándolo de kirchnerista, como si serlo implicara una intrínseca y natural tendencia y esencia delictiva y a delinquir, como si el potencial preso político fuera, como los presos comunes, un criminal real, sin probar antes su culpabilidad más que con sofismas conocidos.
No todos acceden a la red de internet, como no todos acceden a tener un televisor y un canal de cable; hay quienes ni siquiera tienen la posibilidad de disfrutar de un canal de aire, como hay tantos que, además, hoy tampoco tienen ya la posibilidad de disfrutar de una salud aceptable, un salario digno, un puesto de trabajo seguro o una alimentación estable durante el día, que no llegan a fin de mes sin perder o mucho o todo; pero al menos Crónica, siendo un canal de aire, hasta ahora daba la posibilidad a una gran mayoría de argentinos que dispusiera al menos de un televisor y de luz eléctrica, de disfrutar de una variedad de contenidos, informaciones y opiniones disímiles, abriéndose a un público plural, con muchos gustos e intereses. actualmente, junto a C5N, conforman los únicos medios audiovisuales de oposición masivos al oficialismo en la provincia de Buenos Aires, casi incluso en el país entero. Ya no es posible ver a Navarro en C5N, sino que ahora sólo quienes accedemos a YouTube podemos hacerlo; ahora Cúneo está por volcarse también a este nuevo rubro, con pocas apuestas pero con muchos seguidores. Sin embargo, con los únicos medios masivos opositores al gobierno conquistados en la última persecución y apriete a los empresarios de los medios por parte del oficialismo, queda derrumbado, transitoria pero realmente, uno de los bastiones más importantes de la oposición, con lo cual el gobierno consigue cerrar una puerta más de la democracia, al censurar y limitar la libertad de expresión y de prensa masivamente. Queda por ver qué pasa, de ahora en adelante, con las redes: su ventaja consiste en que no sirven a intereses financieros o empresariales, sino que solamente son funcionales a la opinión pública más voluble e incontrolable de internet, mientras su desventaja la presenta su potencial capacidad de manipulación indirecta mediante el psicopoder, como ya se mostró con Canbridge Analitic.
La desaparición digital es más fácilmente efectuada en este campo de las redes que la desaparición física virtual en el mundo de los medios clásicos; sin embargo, no es menos cierto que la reaparición de las expresiones políticas allí -y aquí mismo, a través de este blog por ejemplo-, permite extender y complejizar las energías producidas por las pasiones y los sentimientos colectivos a nuevos campos de poder. No se trata ya, desde ahora, en buscar, simplemente, tomar el poder, sino de ejercerlo; la gigantesca circulación y afluencia de opiniones, ideas, palabras, discursos y luchas simbólicas en el también gigantesco mundo de la red, evita que un pensamiento único se pueda afirmar durante un tiempo relativamente largo como un "nosotros", impidiendo que un "yo pienso", "yo opino" cristalice en un "yo soy el que piensa", "yo soy el que opina", y nunca un "nosotros opinamos", "nosotros mandamos" puede cristalizar en un "nosotros somos los únicos que podemos decidir qué...". En otras palabras, la máquina simbólica del oficialismo pierde su fuerza y su efectividad en el mismo momento en que ingresa en el campo de las luchas en internet; si incluso acaba por disgregarse o disolverse, o si acaba por descomponerse o desmaterializarse a tal punto que no tenga ya efecto en la opinión pública digital, esta nueva masa digital acabaría por barrer, paulatinamente, su influencia y por arrancar sus raíces de sus puntos de apoyo y, finalmente, los usuarios coincidentes con ella quedarían reducidos a una ínfima y relativamente poco influyente masa de convencidos históricamente. Pero tampoco conviene desde ahora, cuando aún falta para que esa nueva aventura arranque el lunes, hacerse tantas ilusiones; como ya ha quedado probado con el retorno del neoliberalismo, es imposible concretar definitivamente los deseos de Cúneo: pretender que la derecha sea vencida electoralmente como que desaparezca del campo político inmediato, sería como repetir, ingenuamente, la ya conocida y fracasada opinión de que el fin de la historia regional y nacional había concluído cuando, en 2003, los neopopulismos latinoamericanos tomaban el timón de la perdida nave continental, dejando casi completamente desiertas las áreas de los que, hasta entonces, habían creído y apoyado a las derechas contemporáneas. No hay que olvidar que fue en aquel mismo 2003 cuando se formó el PRO en la ciudad de Buenos Aires, cuando se creían derrotadas de una vez y para siempre las tentativas de la derecha decimonónica y concluída la historia del famoso "en Argentina todo termina mal, siempre", e instaurando un bien eterno y substancial que se mostró, finalmente, escaso de planes de futuro a largo plazo, y carente de esquemas políticos complejos y críticos que continuaran y superaran las políticas llevadas adelante hasta 2010, que hubieran demostrado, si no, que la noción chavista de la revolución populista fue, como popular, también total y radical. Lo cual resultó ser falso: una vez fallecidos los expresidentes populares de la región -Néstor, Hugo y Fidel- y comenzados los golpes de Estado en toda América Latina -en Paraguay, Honduras y Brasil-, quedaron a la vista de muchos las incomprensiones por parte de los nuevos partidos y líderes populares de los problemas subsistentes en la realidad inmediata, como la inflación, la inseguridad social o los casos de corrupción, reales o fingidos, que aumentaron un descontento generalizado que acabó por transformarse en bronca y en masificar el odio a la expresidenta.
¿Qué queda por hacer? O bien tiene que volver Cristina al campo público, o bien, de dejar vacío ese lugar de poder, tiene que aparecer un sujeto político nuevo, que encauce la mayoría de la opinión opositora, la cual se encuentra ya unida y lista en la representación peronista de corte kirchnerista, izquierdista, feminista y peronista centro-izquierdista. Cúneo sirvió, hasta ahora, como portavoz comunicacional de este sector de la opinión pública; ¿se convertirá en un portavoz político efectivo de la dicha opinión pública disconforme, desencantada o decepcionada de la población, desfavorable a Cambiemos, tan bien como lo venía siendo desde el periodismo? Sólo el tiempo lo dirá, y dependerá de muchos factores, entre los cuales caben destacar la moderación discursiva y la búsqueda de apoyo de otras personalidades y espacios similares y afines, sin cuyo manejo útil y estratégico Cúneo pasará a ser, como lo fueron Masa o Randazo, otro opositor marginal, que particularmente carece de preparación académica adecuada y que confunde o ignora gran parte de las luchas simbólicas vigentes en el campo público: porque no es posible resumir o acotar los problemas actuales a un par de principios doctrinales -nacionalismo, populismo, soberanía nacional, lucha por los derechos básicos...-, sino que el hecho de que este periodista tenga en sus manos una significativa cantidad de apoyo, cariño y acuerdos, necesita ampliarse a manejar también las múltiples redes significantes, de palabras, símbolos y discursos, que circulan en el mundo político a todos sus niveles. Le hará falta también, como le hizo y le está haciendo falta a la oposición en su conjunto, la habilidad y la astucia maquiavélicas que, en manos de Duran Barba, le permitieron a Macri y a sus colaboradores conseguir el trono mayor; esto no implica ser santos, sino evitar que hayan sólo demonios; como dice Maquiavelo, "El mal se hace todo junto y el bien se administra de a poco." Pero sobre todo es indispensable dejar claro que lo que se busca es hacer retroceder las políticas actuales de ajuste que evitan reabrir los debates importantes y realmente necesarios, que deconstruyan la grieta entre kirchneristas y macristas, peronistas y no peronistas, y reconstruya la unidad popular y ciudadana en una trama tejida con paciencia, originalidad y creatividad, y que nos permita reconocer y delimitar no quién o qué es gorila y quién y qué no, sino cómo se inscribe, se presenta o se ausenta a la política. Si la política se vuelve presente, sabremos que estamos ante políticas y políticos responsables y críticos, pero si se muestra ausente y vacía, hemos de comprender que quien nos habla pretende no el final de los problemas sino el fin de la historia, de la política, el cierre de la grieta y la desintegración del tiempo.
Cúneo ha resignificado la política y el periodismo; se necesita un periodismo así, militante, que no es lo mismo que el famoso "periodismo patrullero" con el que tantas veces personajes ambiguos como Jorge Asís han podido esquivar la pregunta de la identificación política, diciéndose ser de centro, neutrales, apolíticos o liberales. Pero sólo si se sale a caminar, a decir, a expresar y a juntar a los unos con los otros, se podrá convertir el insulto manifiesto en palabra autorizada para nombrar los actuales descontentos y las actuales broncas comunes; como ya lo es en las canchas de football, en las calles y en las marchas populares, aún si el cantito "Mauricio Macri, la puta que te parió" sea un símbolo repulsivo para los dialogantes, bien o mal hablados, del oficialismo.
Notas: recomiendo encarecidamente los siguientes textos para hacer una lectura crítica de la situación mediática presente: Macri. Orígenes e instalación de una dictadura mafiosa, de Jorge Beinstein, Ediciones virtuales Waiwén, 2017; Ética de los medios de comunicación, de María Javiera Aguirre Romero, Herder, Barcelona, 2016; La concentración infocomunicacional en América Latina (2000-2015), de Martín Becerra y Guillermo Mastrini, Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, Observacom, 2017. Y las siguientes obras del historiador italiano Enzo Traverso: ¿Qué fue de los intelectuales?, 2013; El totalitarismo. Historia de un debate, Eudeba, Universidad de Buenos Aires, 2001; El pasado. Instrucciones de uso: Historia, memoria, política, Ediciones Jurídicas y Sociales, S. A., Barcelona, 2007; y La historia como campo de batalla, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2012. También son muy recomendables los siguientes textos: Ecografías de la televisión, de Jacques Derrida, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1998; y Sobre la televisión, de Pierre Bourdieu, 1996.